Estuvimos un fin de semana en este hotel, típico familiar de playa,
en la masificada, como todas, playa de Matalascañas.
Si bien tiene un paseito de unos 600 metros hasta la playa, esta
distancia la resuelven facilitando un simpático tren gratuito para
clientes del hotel, que pasa con una frecuencia de entre 10 y 20
minutos, aunque al ser sus plazas limitadas, evidentemente no puede
quedar garantizada.
El hotel en sí tiene un aspecto poco más que correcto, ni recién
renovado, ni vetusto como puede ser otros. Fuimos en familia 4 en
total y teníamos suficiente espacio en la habitación en camas (nada
de sofás camas), para describir la habitación, mejor vean las fotos.
Vista de la Habitación |
Vista del Baño |
Pequeño patio de la habitación |
El comedor, muy grande pero insuficiente en fechas de gran ocupación
del hotel y, aunque repartido en comida buffet y barbacoa, hay que
decir que la calidad y sobre todo la variedad de la misma no es
excesivamente destacable. Sí comentar que, previa reserva, existe la
posibilidad de hacer el almuerzo a pie de playa en su Beach Club,
con unas vistas extraordinarias pero de similar calidad. También nos
podemos tomar allí una copa, pero para eso no es necesario estar
alojado en el hotel.
Comedor de Beach Club |
Bar de Beach Club |
En cuanto a actividades y animación indicar que son correctas, y
cuenta, como no puede ser de otra manera en un hotel de playa, de
piscina para adultos y otra para niños. Como anécdota, sorprende que
la socorrista me indicara un horario de apertura distinto al que
aparece en el tablón, lo que no me transmite muchas garantías.
Piscina del Hotel |
Por último, indicar que consta de parking en superficie, a un precio asequible de 6€/24h.
Nombre: Hotel Carabela Beach & Golf
Dirección; Sector-L Parcela, 59-62 Matalascañas 21760 HUELVA - España
Dirección; Sector-L Parcela, 59-62 Matalascañas 21760 HUELVA - España
Teléfono: +34 959 448 001
Email: reservas@hotelcarabela.com
Página Web: www.hotelcarabela.com
Fecha de la última visita: Septiembre de 2014
Autor de la crítica: Ángel M. Rguez
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